domingo, 31 de enero de 2010

SANTO DOMINGO SE CONVIERTE EN UNA SEGUNDA CAPITAL HAITIANA....

Dos niños sonrientes en un campo de refugiados de Puerto Príncipe. REUTERS


- La ciudad dominicana se encarga de gran parte de la canalización de la ayuda internacional a las víctimas del terremoto
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO . COLPISA. LA HABANA Domingo, 31 de enero de 2010 - 04:00 h.

República Dominicana y Haití son vecinos, pero viejas rencillas les habían impedido ser buenos amigos. La situación cambió radicalmente cuando un terremoto devastó el país más pobre del continente americano. Desde el primer momento, el Gobierno de Leonel Fernández encabezó la ayuda y Santo Domingo se ha convertido en la segunda capital de Haití.

Actuación decisiva
Su papel para canalizar la ayuda ha sido tan decisivo que tanto la Unión Europea como el Ejecutivo de Puerto Príncipe elogiaron su actuación. Incluso, gracias a sus donaciones de sangre 2.000 heridos salvaron la vida.

El reconocimiento de la UE va acompañado de «financiación a República Dominicana». Los ministros europeos acordaron que los fondos para la reconstrucción de Haití integrarán la contribución de los socios al desarrollo y al grupo de países ACP (África, Caribe y Pacífico) y del Cariforum.

Con el aeropuerto de Puerto Príncipe operado por militares estadounidenses para vuelos de ayuda humanitaria y el puerto funcionando sólo con un muelle, el territorio dominicano se ha convertido en cabeza de puente para canalizar el auxilio y ofrecer alojamiento e infraestructuras para las reuniones relacionadas con la organización del apoyo internacional a Haití. Además, en abril será la sede de la Cumbre Mundial para la Reconstrucción de su vecino.
Algunos analistas consideran que el esfuerzo no es del todo altruista. Explican que a los dominicanos no les favorece un Haití colapsado, el recurso más socorrido es refugiarse en el interior del país, donde las perspectivas tampoco son esperanzadoras. Por ello muchos se deciden a cruzar la frontera ilegalmente para buscar trabajo en territorio de la mitad oriental de la isla. Se calcula que un millón de indocumentados haitianos viven en República Dominicana.

Inmigrantes sin papeles
Si en el pasado las diferencias eran por la soberanía, actualmente el conflicto precisamente se centra en estos inmigrantes sin papeles. Un gremio de constructores dominicanos acaba de proponer que esta mano de obra más barata que la nacional sea repatriada para que reconstruyan su propio país y dejen sus puestos a trabajadores dominicanos, a quienes la crisis mundial también ha golpeado.

Sin embargo, el Gabinete de Leonel Fernández continúa a la cabeza de los líderes que apoyan a los haitianos al haber establecido en su país una especie de plataforma lanzadera de la ayuda internacional. Su colega, René Preval, ve con buenos ojos que el mulato dominicano esté al frente de las operaciones. No en vano la gestión de Fernández, que repite mandato, ha convertido a la parte hispanohablante de La Española en un paraíso turístico. La pobreza queda oculta a los grandes desarrollos internacionales, donde los extranjeros disfrutan en cotos cerrados de playas paradisiacas y servicios de lujo.

Haití puede aprovechar la reconstrucción para levantar el vuelo sobre sus cenizas, trabajando cuatro vertientes: apoyar a las familias que refugian a otras, respaldar a la gente que custodia sus bienes en lo que queda de sus viviendas, atender a quienes viven en campamentos provisionales y viabilizar el empleo tanto en la reforestación y en la construcción de viviendas.

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