jueves, 28 de enero de 2010

QUE LA TRAGEDIA DE HAITÍ NO HAGA OLVIDAR EL CASO FIGUEROA AGOSTO...

La red del narcotráfico permanece intacta para continuar en lo suyo.
Por Ramón Núñez Ramírez • Periodista, Escritor Dominicano
jueves 28 de enero de 2010

Un capo se fuga de una cárcel de máxima seguridad en Puerto Rico, se establece en RD y crea una red de narcotráfico, amantes a granel, jóvenes de alta sociedad sirviéndole de testaferros, una Reyna del narco fugada en las narices de las autoridades, cirugías TLC (tetas, liposucción y caderas) a 30 chicas del harén, asesinato de un lugarteniente, ex coronel, y de una madame supuestamente por motivos pasionales; tremenda trama de una novela que superaría en rating al "Cartel de los Sapos", pero se trata realmente de una tragicomedia. Tragedia porque revela que el cáncer comenzó a hacer metástasis en el cuerpo social, y comedia por el rumbo, hasta ahora, de las investigaciones y revelaciones.

Los asesinatos de tres narcos, uno de ellos nombrado ayudante civil del Presidente en la anterior administración, la captura de Quirino (fue enganchado al ejercito en el gobierno anterior) los asesinatos de Paya con la participación de miembros de la Marina de Guerra, la fuga espectacular de Figueroa Agosto, la desaparición de Sobeida, el escape del español Díez con inversiones multimillonarias en el Este; el asesinato de González y González, representan una secuencia de hechos reveladores de la penetración del narco en las instituciones llamadas a combatirlos.

En el caso de la penetración social ya no se trata de jóvenes de barrios marginados cuya desesperación, por la falta de oportunidades, los convierten en peones del microtráfico; por el contrario el caso Figueroa Agosto reveló cómo jóvenes de alta sociedad, de apellidos conocidos, frecuentadores de clubes distinguidos y restaurantes elegantes, quienes se plegaron ante el brillo deslumbrante de la riqueza fácil convirtiéndose en testaferros, en lavadores de recursos, por cierto ínfimos, de la inmensa fortuna que acumuló el capo en una década exitosa traficando drogas hacia Estados Unidos.

Estos jóvenes que sucumbieron ante la posibilidad de desplazarse velozmente en un Ferrari o un Porsche, ropas y joyas lujosas, juergas, orgías, torres costosas, representan el trofeo obtenido por el capo como premio a su brillante penetración en una sociedad corroída por el afán de dinero, especialmente fácil; ellos deberán pagar sus errores, pero ojo, no eran traficantes, no eran los que recibían y despachaban los alijos, esa red está intacta y en ella definitivamente están comprometidas instancias militares y quién sabe si del ala civil.
Esperemos que la tragedia de Haití no permita tender el manto del olvido y el cierre del caso con el epilogo de unos jevitos presos y una serie de leyendas urbanas de corte sexual, mientras el capo y la red del trafico permanecen a salvo e intacta para continuar en lo suyo. De concluir así la novela esta sociedad habría perdido una batalla decisiva en contra del crimen organizado.
Escrito por: RAMÓN NÚÑEZ RAMÍREZ
Tomado de F/27 Digital

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