Fecha de publicación: 28/01/11
28 ene. 2011.- La noche de la boda había llegado en el exclusivo complejo turístico anclado en la ciudad caribeña de La Romana, en la República Dominicana, el sábado 22 de enero.
La fiesta fue preparada para recibir a cerca de 500 personas, la mayoría provenientes de Venezuela, pues los novios son los caraqueños Mercedes Borberg y Raúl Zajía.
También había invitados procedentes de los Estados Unidos, México y España. La celebración, de dos días, comenzó con la despedida de solteros en una residencia privada en Casa de Campo, y siguió el sábado en La Romana con la celebración de la unión eclesiástica entre una de las hijas de doña Carmen Mendoza y el hijo del doctor Eduardo Borberg, según trascendió en los diarios dominicanos.
Pero silenciosamente, a la fiesta privada, se había colado la bacteria del Vibrio cholerae, transmisora del virus del cólera, enfermedad que provoca una aguda infección intestinal que puede producir la muerte por deshidratación.
La vecina Haití es azotada por este virus de fácil transmisión desde octubre de 2010, con más de 4.000 muertos. En la misma República Dominicana ha habido, desde que se inició la crisis en Haití, 291 casos en tratamiento.
Ese sábado 22, al otro extremo de la isla que comparten las dos naciones, los asistentes a la boda comían y felicitaban a los novios. Una orquesta venezolana amenizaba el ambiente. Entre los asistentes se encontraban el empresario Fernando Hazoury y Manuel Peynado, hijo del ex vicepresidente dominicano Jacinto Peynado.
Sirvieron sushi, mariscos, pescado y pasta, pero entre los platos principales se ofreció langosta. Casi todos los que asistieron la comieron, incluso el hijo de una de las empleadas que atendió el banquete probó el alimento que su mamá llevó más tarde a casa.
Casi al amanecer, los novios partieron en un crucero por el Pacífico, mientras que los familiares e invitados regresaron a sus países de origen. Todo lo demás era asunto de tiempo. El cólera estaba alojado en la langosta que todos comieron, y este es el elemento coincidente que permitió a las autoridades sanitarias de Dominicana, saber que el virus atacó rápidamente al grupo que acudió a la cita de Punta Cana, reveló a este diario Luis García, vocero dominicano del ministerio de sanidad.
El tránsito del virus comenzó en el pueblo pesquero de Pedernales, en la frontera sur de Dominicana con Haití. De allí se trasladó, camuflado en la langosta presuntamente contaminada, hasta el lugar del banquete.
El contagio fue rápido por las mismas característica del virus. Un total de 452 venezolanos entraron en los registros de riesgo, de los cuales hay 37 confirmados y en tratamiento médico.
En Dominicana hubo cinco infectados, entre quienes se encuentran Fernando Hazoury y Manuel Peynado, internados en la clínica Hospiten, en La Romana. El niño que consumió la langosta que su madre llevó a su casa, también está en control médico. Otros dos isleños no han sido identificados.
Todos los medios de comunicación, en sus distintos canales, comenzaron a reseñar la noticia cuatro días más tarde, cuando la ministra de Salud de Venezuela, Eugenia Sader, confirmó los primeros casos y el origen del contagio. Los focos de la enfermedad se concentraron en Distrito Capital, Miranda, Anzoátegui y Barquisimeto.
La noticia también desencadenó diversos rumores, muchos sin fuentes ni asidero, a tal punto que el empresario venezolano Gustavo Cisneros emitió, en horas de la tarde de ayer, un comunicado en el que se expresaba al margen de lo sucedido y lamentó el hecho: “Les informamos que la Familia Cisneros no tiene ninguna vinculación en el caso, ni con el evento, y que el mismo no ocurrió en su residencia ni en ninguna de sus propiedades”.
El riesgo es latente, porque el virus puede permanecer activo, sin que se manifieste, en cualquiera de los invitados. Todos están considerados por las autoridades como sospechosos de tener la enfermedad, y para esta etapa de riesgo existe tratamiento y un protocolo que evitará su propagación a familiares y a otros venezolanos.
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