HAITÍ
Por corresponsales
Crédito: newbeatphoto/creative commons
PUERTO PRINCIPE, 14 jun (IPS/Haiti Grassroots Watch) -
Pasaron 17 meses del terremoto del 12 de enero de 2010, que dejó Puerto Príncipe en escombros. La reconstrucción del centro de la capital haitiana está paralizada y más de 800.000 personas siguen en tiendas, 30.000 de ellas frente al derrumbado Palacio Nacional.
¿Se puede atribuir la lentitud en reconstruir y reubicar a los desplazados a la falta de fondos? ¿Las agencias humanitarias internacionales no cumplen lo que prometieron? ¿Esto es culpa de las Naciones Unidas o de las autoridades haitianas?
Una investigación de dos meses de Haiti Grassroots Watch junto con estudiantes de periodismo de la Université dEtat dHaiti (Universidad Estatal de Haití) revela una mezcla de problemas que incluyen coordinación inexistente, rivalidades y abiertos desacuerdos.
Además, ninguna autoridad asume responsabilidad plena ni tiene una visión de conjunto de lo que sucede, y el proceso tiene muy poca transparencia.
¿De quién es Haití?
Mientras ministros, alcaldes, arquitectos y agencias discuten y promueven planes divergentes en encuentros exclusivos en presumidos hoteles de la capital, Puerto Príncipe sigue engullida en una espiral de deterioro.
Las lluvias arrastran por las calles destrozadas envases plásticos, esqueletos de animales, residuos vegetales, madera y carbón, heces, escombros y todo lo que se pueda imaginar hasta barrancos que desembocan en la bahía sobre el mar Caribe.
Las tiendas están casi todas cerradas. Algunas fueron reparadas por sus dueños, otras están arrasadas. Pero se ve muy poca reconstrucción, pues nadie sabe cuál es el plan.
La mayoría de los residentes, pequeños comerciantes, desplazados y vendedores callejeros no han sido llamados a las rivalizadas sesiones de planificación que se llevan a cabo a puertas cerradas.
Una reunión reciente celebrada por la oficina del alcalde constituyó casi un "quién es quién" de la elite haitiana, con representantes de las familias que controlaron la economía del país en el último siglo.
Maggy Duchatelier Gaston ha vivido más de 25 años en la Rue de la Reunion. La anciana panadera puso 5.000 dólares de su bolsillo para reparar la Pastelería, Bar y Escuela de Cocina Princesa.
"Ninguna autoridad vino aquí. Nadie", pese a que su comercio se encuentra en la zona de "interés público" de la capital, dijo.
Gaston coloca algunos dulces en una caja para el reparto. Es una de las pocas ventas del día. La enorme vidriera está casi vacía, con una o dos porciones de pastel. La tienda reabrió hace tres meses, pero el negocio va mal. La mayoría de las empresas cercanas y la oficina de impuestos situada en la vereda de enfrente no han sido reconstruidas, entonces muy poca gente circula por la calle.
Gaston nunca oyó hablar de "SOS Centro", un grupo de poderosos propietarios y comerciantes, ni la han invitado a ninguna reunión.
"No sé nada de lo que se está planificando. Probablemente muramos antes de que hagan algo", dijo.
Ella no se rinde, como atestigua la solitaria torta. Pero una golondrina no hace verano. Y unas pocas cuadras sin escombros no bastan para hablar de reconstrucción.
Mientras los héroes miran
Harold Joseph vive con sus seis hijos en un refugio improvisado en "Champ de Mars" (Campo de Marte), una zona de parques y plazas cerca de la sede del gobierno, el Palacio Nacional, y de varios ministerios. Él recuerda que hace muchos meses le prometieron asistencia.
"Vinieron funcionarios a tomar nuestros nombres so pretexto de ofrecernos ayuda, pero no sabemos qué tipo de ayuda", dijo Joseph.
Por ahora, la única ayuda es la provisión de agua potable y la instalación de 172 sanitarios químicos (uno cada 174 personas) que la mayoría de la gente no se molesta en usar. Prefieren bolsas de plástico o los platos de poliestireno extruido que luego arrojan en los siempre repletos tanques de basura.
El rancho de Joseph, como los de sus vecinos, está a la sombra de las estatuas de los padres de la patria haitiana, Henri Christophe, Alexandre Pétion y Jean-Jacques Dessalines.
En el último año y medio, estas 6.000 familias de desplazados urbanos han hecho todo bajo la mirada vigilante de los héroes nacionales: comer, higienizarse, aligerar el cuerpo, jugar al dominó y vender lo que sea, desde galletas hasta la propia dignidad.
"Nos han olvidado. No le importamos a nadie. Esta gente y estas organizaciones no son más que embaucadores y oportunistas", dijo Joseph recostado descuidadamente en una banca.
Pero mensajes de correo electrónico, actas de reuniones y entrevistas que obtuvo Haiti Grassroots Watch, demuestran que apenas unos meses después del terremoto las autoridades estaban elaborando un plan para reubicar a todos los asentados en Champ de Mars.
El propio presidente René Préval condujo reuniones con autoridades nacionales e internacionales para trabajar en ese plan, destinado a devolver a estos desplazados a sus vecindarios de origen, como Fort National, situado colina arriba de Champ de Mars. Los reubicados recibirían refugios temporales, empleos y financiación para limpiar de escombros la zona y construir viviendas antisísmicas.
Correos electrónicos y "tweets" enviados por un funcionario de la Cruz Roja en mayo de 2010 hablaban de "pequeños pasos hacia una solución general" y de un programa "piloto" que atraería "gran atención de los medios de comunicación".
Pero el plan piloto se paró en seco. Y en los siguientes 12 meses, los residentes de Champ de Mars no supieron más nada sobre su futuro.
Jean-Christophe Adrian, coordinador en Haití del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UN-Habitat) recuerda reuniones casi diarias.
"Fue una iniciativa del presidente Préval" y todas las agencias estaban entusiasmadas con el proyecto, pues "la única solución es permitir que la gente retorne a sus barrios", dijo.
Aparentemente, el plan se congeló porque el gobierno decidió en cambio llevar a cabo un gran proyecto de "viviendas sociales" en Fort National.
"No tengo toda la información, pero de hecho… por lo que sé, se tomó la decisión de hacer una gran operación en Fort National", recordó Adrian.
Según el ministro de Economía y Finanzas, Ronald Baudin, entrevistado el mes pasado, la "gran operación" avanza, pero no está aún en etapa de ejecución.
"Parte del dinero ya está, los planes están hechos… y los planos están diseñados. Necesitamos limpiar el lugar para empezar a construir", dijo Baudin.
Pero el proyecto no ha sido autorizado. Otra autoridad, la consejera de viviendas de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití, Priscilla Phelps, subrayó en enero de este año que el plan ni siquiera había sido aprobado, que debía ser examinado y que era "muy costoso".
Mientras tanto, hay 18 organizaciones humanitarias trabajando en el problema de la falta de vivienda de Puerto Príncipe, erigiendo "refugios transitorios" (chabolas de madera o de plástico) y haciendo algunas reparaciones en viviendas aún en pie. Nadie está trabajando con los desplazados de Champ de Mars.
¿El Príncipe Carlos en Haití?
Haiti Grassroots Watch y los estudiantes de periodismo descubrieron un panorama similar respecto de la lentitud de las obras en la zona central de la capital.
Si Puerto Príncipe pudiera reconstruirse sólo con documentos, las obras estarían ya muy avanzadas. Documentos en PowerPoint, PDF, informes con lindos esquemas y discusiones sobre "mezcla social", "villas urbanas" y "visiones compartidas" circulan por Internet y se apilan en escritorios y mesas.
Se han gastado decenas de miles de dólares en conferencias y reuniones en Haití y el exterior. Pero hasta ahora no hay un solo plan y, al parecer, ni siquiera una visión compartida.
El pasado verano boreal, el ministro Baudin anunció, sin que mediara una licitación pública, que el gobierno había invitado a la Prince’s Foundation for the Built Environment, conocida como la Fundación del Príncipe Carlos de Inglaterra, a presentar un plan para la zona céntrica.
"Elegimos a la fundación porque es una entidad sin fines de lucro", dijo Baudin a Haiti Grassroots Watch. "Nos dijimos: hagamos una elección en la que no necesitemos un proceso licitatorio".
Según Baudin, el valor de mercado de la propuesta de la fundación hubiera sido de casi un millón de dólares. El gobierno haitiano le pagó 295.000 dólares.
Pero varios meses atrás, el alcalde de Puerto Príncipe, Muscadin Jean-Yves Jason, cortó relaciones con la fundación. El funcionario quiere que la capital sea concebida por haitianos y ha contratado ‒de manera honoraria, según asegura‒ a una empresa de este país para que proponga un plan.
Mientras tanto, el Ministerio de Planificación y Cooperación Exterior también está trabajando con un planificador urbano: la empresa canadiense Daniel Arbour and Associates (DAA).
Como la fundación, DAA recibe sus honorarios de fondos del gobierno haitiano. Un funcionario del Ministerio de Planificación, que pidió no revelar su nombre, dijo ignorar si la empresa fue seleccionada mediante una licitación o no y no saber el monto total de los contratos para efectuar lo que llamó "planificación estratégica" y "orientación espacial".
Se le preguntó si era cierta la cifra de dos millones de dólares que circula en los corrillos de los competidores de DAA. "El costo podría ser menor o mayor", fue todo lo que dijo.
Pese a numerosas llamadas telefónicas y mensajes electrónicos, el ministro Baudin no contestó el pedido de aclaración sobre cómo fue contratada DAA y acerca de si su trabajo no está repitiendo lo que ya había hecho la Fundación del Príncipe Carlos.
La oficina de DAA en Quebec remitió todas las preguntas a su representante en Haití, pero éste no contestó ninguno de nuestros pedidos.
El alcalde Jason dijo estar al tanto del proyecto de DAA, pero "nadie del ministerio ni de la empresa ha entrado en contacto con la alcaldía".
"Estoy abierto a todas las discusiones. Pero hay una jugada para debilitar a la alcaldía, que pretende jugar el papel dominante que le corresponde en la ciudad", sostuvo Jason.
Hay otras razones para planes que compiten entre sí e intentos de obtener el control. Y la más importante es quién obtendrá los contratos finales.
"No deberíamos esconder esto. La reconstrucción es, en primer y principal término, una cuestión de dinero e inversiones. Mucho dinero", reconoció Jason.
* La investigación, fotografías y gráficas pueden verse en http://www.haitigrassrootswatch.org. Haiti Grassroots Watch es una asociación entre Alterpresse, la Society for the Animation of Social Communication y la Red de Radioemisoras Comunitarias de Mujeres (Refraka) y la Asociación de Medios Comunitarios de Haití (Ameka).(FIN/2011)
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