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Febrero 2013, 10:24 PM 
 
Hoy.com.do
Por. JUAN BOLIVAR DÍAZ
La querella del doctor Guillermo Moreno contra el expresidente Leonel 
Fernández y su Fundación Global es un documento pesado que sacudiría cualquier 
democracia siquiera de mediana intensidad
La generalidad de los que han leído la querella del doctor Guillermo Moreno 
para que se investiguen las cuentas del expresidente Leonel Fernández (LF) y su 
Fundación Global (Funglode) concluyen en que es un documento con abundante 
fundamentación que por lo menos pone de relieve la ausencia de 
transparencia.
Aunque se presentan indicios documentales de serias irregularidades, muchos 
estiman que las debilidades institucionales de la nación dejan escasas  
posibilidades de que la querella prospere, y hay quienes esperan que siquiera 
sirva para incentivar transparencia y escrupulosidad en la gestión pública. 
   
La valentía de Moreno.  La iniciativa del jurista y profesor 
universitario que fuera el primer procurador fiscal del presidente Fernández en 
1996 y candidato presidencial en las elecciones del año pasado, es un acto de 
valentía frente al poder político, económico y judicial  acumulado por el 
exmandatario y líder del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD). 
Por supuesto que está movida por intencionalidad política, como es lógico y 
normal en todas las actividades de los personajes públicos, pero merece una 
ponderación y respuestas más allá de la simple descalificación.
Frente al cúmulo de documentos contenidos en la querella, el más interesado 
en su dilucidación debería ser el propio acusado, sobre todo cuando todo el país 
le atribuye la también intencionalidad política de buscarse por lo menos un 
cuarto período de gobierno. El doctor Fernández y sus abogados podrían 
aprovechar la circunstancia para hacer transparente todo el financiamiento y el 
gasto de la Fundación Global que acaba de cumplir trece años de constituida, el 
3 de enero del 2000, al amparo de su primer período de gobierno (1996-2000).
 
En el mundo democrático no se acepta que un presidente en ejercicio 
constituya una fundación y recabe recursos multimillonarios mientras ejerce la 
labor de gobierno, porque se presta al tráfico de influencia, cuando no a la 
extorsión. Eso se reserva a los ya retirados de la competencia política y en 
cualquier caso tienen que publicar anualmente sus ingresos y gastos, con las 
fuentes de financiamiento.
 
La falta de información sobre las fuentes de financiamiento y el gasto de 
Funglode ha sido objeto de murmullos en los ámbitos diplomáticos y de 
instituciones internacionales. Hasta personalidades invitadas a actividades de 
esa entidad han quedado sorprendidas por el lujo de sus instalaciones y se han 
interesado por saber cómo se financia. El año pasado se produjo una exclamación 
de molestia por parte de representantes de un organismo internacional ante tres 
periodistas cuando al pronunciar un discurso el embajador de su país informó de 
un programa con la Fundación Global. Aludieron a que la cooperación 
internacional debería  ser coherente con el reclamo de transparencia.
 
Consistente documentación.  Las lujosas edificaciones de 
Funglode, con oficina de alta clase en Nueva York, y sus múltiples actividades 
son suficiente evidencia de una entidad multimillonaria. Y lo fue casi desde el 
principio ya que al quebrar el Banco Intercontinental en marzo del 2003, tenía 
allí depósitos financieros por 104 millones 49 mil pesos, más 15 millones 67 mil 
245 pesos en tres cuentas corrientes, y 15 mil 791 dólares, para un total 
superior a 119 millones de pesos, según detalló la comisión del Banco Central 
que intervino el banco.
 
La querella documenta la movilización de decenas de millones de pesos 
obtenidos mientras el doctor Fernández era presidente de la nación, pero 
manejados en cuentas personales, primero a nombre de Manuel Rodríguez Casado, y 
luego de Marilis Pérez y Luisa del Pilar Marte, la primera asistente personal de 
Diandino Peña, ministro administrativo de la presidencia, luego ministro de 
Obras Públicas y finalmente director de la Opret, constructora de las dos líneas 
del metro capitalino. Las cuentas permanecieron a nombre de esos particulares 
que nunca fueron directivos de Funglode, aún años después que la entidad tuviera 
formal incorporación y pudiera operar en el mercado bancario. 
Los lectores de la querella que ha sido profusamente difundida en 
innumerables sitios de Internet y en un folleto editado con el título de ¡Nunca 
Más!, resultan impresionados por la cantidad de facsímiles de cheques y cuentas 
bancarias que la documentan. Sostiene que la cuenta en Baninter a nombre de 
Rodríguez Casado, cerrada en septiembre del 2000, manejó entre depósitos y 
créditos 66 millones 622 mil 292 pesos en los primeros nueve meses de la 
fundación y cuando Fernández todavía era presidente de la nación. En algunas 
fechas los depósitos fueron multimillonarios: 11 millones 200 mil el 15 de 
junio, 15 cheques de un millón cada uno el 19 de junio, y un depósito de 7 
millones de pesos el 15 de agosto, último día del gobierno 96-2000, mediante un 
cheque de administración comprado con dinero en efectivo.
 
Pesada carga para la Fiscal.  La querella con 104 
“elementos de prueba” presentada a la procuradora fiscal del Distrito Nacional 
el 24 de enero constituye una carga muy pesada que podría poner  en juego la 
tranquilidad y hasta la carrera de la joven abogada Yeni Berenice Reynoso, 
traída a la capital tras acumular prestigio en la fiscalía de Santiago. La 
generalidad de los observadores cree que es un peso demasiado grande por los 
poderes que concentra el expresidente Fernández, especialmente en las altas 
cortes. Aunque no faltan quienes esperan que ella se constituya en una especie 
de Baltasar Garzón, el juez español que ganó prestigio mundial con atrevidas 
acciones judiciales.
El 5 de enero Moreno y sus abogados adicionaron un documento amparados en el 
Código procesal Penal señalando una serie de diligencias que la fiscalía debería 
realizar ante instituciones financieras públicas y privadas para investigar los 
cargos que formulan al expresidente y su fundación. También las cuentas de las 
personas que manejaron recursos de Funglode.
 
Piden centrar indagaciones sobre las declaraciones juradas ante la Dirección 
General de Impuestos Internos que debió hacer la fundación a partir del 2005 
cuando entró en vigencia la Ley 122-05 sobre entidades sin fines de lucro y que 
obliga a transparentar cada año los ingresos y egresos de las mismas. Solicitan 
identificar nombres y montos de los donantes, empresas o personas.
 
Los cargos específicos.   Los cargos presentados en la 
querella incluyen la violación al artículo 146 de la Constitución que sanciona 
la corrupción y penaliza a quien “prevaliéndose de sus posiciones dentro de los 
órganos y organismos del Estado, sus dependencias o instituciones autónomas, 
obtenga para sí o para terceros provecho económico”. Así como a quien 
“proporcione ventajas a sus asociados, familiares, allegados, amigos o 
relacionados”. 
 
También imputan delitos establecidos en el Código Penal como concusiones de 
funcionarios públicos, de funcionarios mezclados en asuntos incompatibles con su 
calidad, violación a la ley que castiga el lavado e incremento patrimonial 
derivado de actividades ilícitas, y los crímenes de prevaricación y perjurio. 
Es obvio que no resulta fácil comprobar ni condenar tantos y tan graves 
cargos y menos a un líder político, con amplia defensa, pero la documentación es 
tan pesada y abundante que en cualquier democracia siquiera de mediana 
intensidad produciría un gran escándalo político. Por lo menos obliga a una 
minuciosa y extensa investigación a no ser que se le pretenda despachar 
políticamente.-
 
Muchas operaciones turbias
La querella de Moreno, sustentada por tres brillantes jóvenes abogados, 
Cristóbal Rodríguez, Carlos Moisés Almonte y Jorge Luis Polanco Rodríguez, 
muestra numerosas operaciones trianguladas de cuentas. Por ejemplo para la 
construcción y equipamiento del edificio de Funglode de la cuenta Marilis-Luisa 
se destinan al menos 15 millones de pesos a Promociones Madeira SA, pero los 
cheques eran depositados en una cuenta a nombre de Maritza López y/o José Abréu, 
funcionarios y aliados políticos de los gobiernos de Fernández. De aquí se 
documentan cuatro pagos entre febrero y septiembre del 2002 para equipos y 
cubicaciones de la fundación que totalizan 4 millones 474 mil pesos. 
 
La querella ejemplifica cargos a LF como propiciar compañías e interpósitas 
personas como “empresarios” para captar recursos y ponerlos a su disposición a 
través de Funglode, lo que consideran incompatible con la función pública y 
violatorio de la ley; prestadores de servicios al Estado hacían contribuciones; 
entidades públicas convertidas en clientes y patrocinadores de la fundación. Se 
citan cheques con montos de cientos de miles de pesos de instituciones como el 
Banco Central, Indotel y varios ministerios para patrocinar cursos, seminarios, 
cenas y fiestas de la fundación.
 
Una extensa documentación se refiere al patrocinio de Funglode por diez 
empresas cuya propiedad se atribuye al actual senador Félix Bautista, íntimo 
colaborador de LF, quien dirigiera la poderosa Oficina de Ingenieros 
Supervisores de  Obras del Estado entre el 2000 y 2010. Según la instancia de 
Moreno sólo en el 2001 esas contribuciones totalizaron alrededor de 45 millones  
de pesos, con citas y facsímiles de dos bancos. Documentan transferencias de 
diversas empresas contratistas del Estado por sumas de cientos de miles de 
dólares y millones de pesos.
 
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