17 febrero 2013
 
Juan Pablo Escobar Henao, hijo de Pablo 
Escobar Gaviria.
Foto: El Nuevo Día - GDA 
Cuando el reloj marcó la 
1:00 de la tarde, sabíamos que ya era el momento del encuentro.
La temperatura era baja en 
la capital federal de Argentina, en la zona de Palermo, y el acelerado ritmo de 
una ciudad tan agitada como esa ciertamente se hacía sentir.
Todo fue debidamente 
calculado y todas las bases fueron cubiertas. Había una productora, un 
camarógrafo y hasta un asistente personal. La presentadora del programa Entre 
nosotras, Sonia Valentín, se armó hasta los dientes para su encuentro con el 
hijo del 'Patrón' Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar.
¿Qué si había temor por 
tratarse del primogénito del narcotraficante colombiano más famoso de la 
historia? No realmente. Era más bien ansiedad y preocupación de que todo saliera 
bien; de que Sebastián Marroquín Santos –su nombre actual– se sintiera lo 
suficientemente cómodo como para romper el silencio y hablar sobre las versiones 
que rodean a la controversial figura de su padre.
El encuentro con Marroquín 
dio lugar en una oficina de arquitectos en el corazón de la capital federal, en 
Buenos Aires. Recibió al equipo de Entre nosotras con suma simpatía, aunque no 
pudo disimular su asombro al ver “a tanta gente”. Esperaba a menos personas. No 
obstante, poco a poco, se fue soltando, logrando capturar toda la atención de 
Valentín y de Primera Hora, que tuvo acceso exclusivo a este encuentro.
Juan Pablo Escobar 
Henao –su nombre de pila completo– aparentó ser un hombre sencillo. Andaba en 
jeans, con un reloj a la moda y un rosario en madera, el cual describió 
a este diario como su “chaleco antibalas”.
Marroquín dio señas de 
tener sentimientos mixtos sobre la figura de Pablo Escobar, ese narco que fundó 
y lideró el cartel de Medellín y cuya vida expiró en manos de las autoridades 
colombianas en diciembre de 1993, cuando su hijo tenía 16 años. Era como si 
tuviese un conflicto interno entre la figura del padre y el del narco.
Pablo Escobar asesinó a 
sangre fría, se le acusó de secuestro, y fomentó el narcotráfico y el terrorismo 
en Colombia al punto de ganarse varios pseudónimos como 'el Patrón', 'el Capo' y 
'el Zar de la Cocaína'.
Sin embargo, para 
Sebastián Marroquín, irónicamente, su progenitor era simplemente un 
padre cariñoso y dadivoso, no solo con su familia, sino con las comunidades más 
necesitadas de Colombia, algo así como una especie de 'Robin 
Hood'.
De su infancia, junto con 
su progenitor, Marroquín recuerda las canciones que Escobar le cantaba, entre 
ellas el tema Vuela, que era su favorito. Para Sebastián Marroquín, ‘el Zar de 
la Cocaína’ era el padre más consentidor del mundo.
“Decían que mi padre era 
el hombre más rico. También hay que decir que era el más generoso y su mayor 
placer estaba en ayudar a la gente. Sentía una enorme satisfacción de poder 
contribuir a las familias necesitadas. Mi padre terminó asumiendo un rol que se 
suponía que asumiera el Estado. Pero, por otro lado, hay que decirlo también, no 
extrañamos la violencia y esa zozobra en la que vivíamos permanentemente”, 
recalcó de inmediato.
De pequeño, el hijo del 
'Patrón' disfrutó de todas las comodidades y posibilidades de un mundo lujoso, 
pero su inocencia de aquel momento no le permitió tener un cuadro claro de lo 
que verdaderamente estaba sucediendo a su alrededor.
Ya un poco más crecido, al 
conocer lo que hacía su padre, Marroquín experimentó sentimientos mixtos porque 
sobre todas las cosas se trataba del padre que amaba.
“A mis 16 años cometí el 
error más grande de mi vida cuando supe que habían asesinado a mi padre. Cinco o 
10 minutos de amenazas públicas me han costado un exilio que sigo pagando aún 
hoy, casi 20 años después y desde ese lugar fue una gran lección de vida. 
Aprendí que el lenguaje no es inocente, que todos los seres humanos reaccionamos 
de manera diferente. Te enteras de la noticia de la muerte de tu padre cuando 
hace 10 minutos estabas hablando con él. Era difícil para mí creer que eso era 
cierto”, relató quien también recuerda con nostalgia la historia de amor entre 
sus padres, a pesar de que siempre se rumoró que el narcotraficante le había 
sido infiel.
“Yo le digo a mi 
madre que ella se enamoró del hijo del vigilante del barrio que fue expulsado y 
desplazado por la violencia. Mi padre la cuidó, la quiso, fue una relación bien 
bonita. Mi padre, además, sentía un respeto absoluto por la mujer, me 
decía que a la mujer había que respetarla y que no la podía tocar ni con las 
palabras”, contó. Al hablar de su esposa, quien se encuentra embarazada, 
mencionó que siempre la ha admirado.
“Le he dicho que si 
hubiese sido al inversa, yo no sé si hubiese tomado una decisión tan valiente 
como continuar a mi lado en circunstancias tan adversas. Ella terminó 
abandonando su patria, su identidad, su familia, todo, por seguirme a mí”, 
reconoció.
Melba Brugueras
Enviada especial / Primera Hora
Enviada especial / Primera Hora
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