viernes, 4 de mayo de 2012

NIÑOS RECIBEN CLASE EN UNA RANCHETA....

  
Más de 40 niños residentes en la comunidad Nueva Jerusalén en Punta, de Villa Mella, reciben docencia gracias a la labor loable de tres jóvenes que tomaron la iniciativa.Pero estos menores, de familias de escasos recursos económicos, reciben clases en una destartalada rancheta, hecha de zinc agujereados, palos y con piso de tierra.

Los protagonistas de esta iniciativa, Severiano Nivar, Esperanza de Jesús y Luz del Alba de los Santos, explicaron que decidieron alfabetizar a estos niños porque muchos no tienen actas de nacimiento y la escuela más cercana queda a unos de tres kilómetros de distancia.
Esperanza, con brillo en sus ojos, destaca que cada día estos niños se levantan llenos de emoción y que incluso algunos de ellos van temprano a tocar la puerta de su casa. “Yo me río. Si ellos ven que pasan unos minutos y no hemos abierto la escuelita, van a la casa y tocan la puerta preguntándome si les voy a dar clases”, dijo Ely, como cariñosamente le dicen.

De su lado, Severiano dijo que al ver que muchos niños del barrio tenían la inquietud de aprender a leer y escribir no les quedó de otra que habilitar esta rancheta que espera que algún día las autoridades o manos generosas la conviertan en una verdadera escuela.
“Imagínese usted, decidimos dar clases al ver estos niños interesados en aprender. Pero el lugar no es el adecuado, por las malas condiciones en que se encuentra”, expresó.
En este proyecto no solo intervinieron las manos de estos jóvenes, también la de Manolo Cabrera, quien prestó el terreno para levantar la humilde escuelita.

Situación precaria
Pero este entorno no los amilana. Los niños están alegres porque todos los días aprenden algo nuevo, aunque reciben docencia en precarias condiciones, en esta rancheta de unos 10 metros cuadrados.
A esta situación se le agrega la falta de útiles escolares. Tienen que partir sus cuadernos por la mitad y dividirlos con otros niños, porque no hay para tener uno entero.
“A veces tenemos que partir un cuaderno por la mitad. Ellos vienen sin desayunarse y descalzos y en la mayoría de los casos tenemos que despacharlos temprano”, expresó entristecida Luz del Alba de los Santos, una de las profesoras.

Los niños avanzan
Los niños ya se saben el abecedario y la tabla de multiplicar, y quieren aprender más, por eso piden una escuela mejor. Algunos de ellos, descalzos y visiblemente golpeados por la pobreza, lamentan que muchos de sus amiguitos no pueden tomar clases y tienen que quedarse fuera de la escuela, porque ésta es muy pequeña y no caben. Por eso piden una más grande y cómoda, para que ellos también aprendan.
“Yo quiero una escuela grande, para que vengan más niños y aprendan como yo estoy aprendiendo, me siento mal cuando lloran porque no cabemos todos aquí”, dijo el niño Oscar, mientras se pasaba las manos por su rostro.
La situación se torna más caótica cuando hace mucho sol, el calor es insoportable, y ni hablar de los días de lluvia.
Es imposible tomar clase porque el lodo no lo permite. Y entre risas los estudiantes cuentan que sus pies se quedan pegados en el lodo, pero no su deseo de superación.
Ubicación
Punta, Villa mella. El barrio Nueva Jerusalén no tiene luz, agua, ni calles asfaltadas y su entorno es boscoso.

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