16 de mayo de 2011 • 22:20
Noticia
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Demacrado y visiblemente abatido, Dominique Strauss-Kahn compareció este lunes ante un tribunal de Nueva York, en el centro de Manhattan, rodeado de delincuentes en camiseta o en chándal, dos días después de que fuera detenido tras ser acusado de crimen sexual.
Bajo la mirada de unos cuarenta periodistas, el director gerente del FMI llegó a media mañana a la sala de audiencia del tribunal penal de Nueva York, cuyos muros están pintados de blanco y café.
Strauss-Kahn se sentó en el banco de madera de los acusados, en donde se encontraban otros sospechosos a la espera de su audiencia.
El ex ministro francés de Finanzas tenía el rostro demacrado, ligeramente bronceado. Vistiendo un gabán azul y una camisa clara, miraba siempre al frente, hacia el piso o hacia la jueza.
Detrás, más allá del estandarte estrellado y de la bandera del estado de Nueva York, estaba inscrita la frase 'In God we trust' (Confiamos en Dios).
Este hombre, que llegó a ser símbolo de poder al frente del FMI, ex profesor en la prestigiosa escuela de Sciences-Po y esposo de una estrella de la televisión, ¿escuchará los casos de delincuencia menor que se desarrollan frente a él, esas crónicas de la vida cotidiana neoyorquina?
Antes de que fuera el turno de Strauss-Kahn, un hombre de origen hispano compareció por 'consumo ilícito de alcohol en un lugar público'. En unos segundos, su caso fue resuelto.
Otros de los casos que se examinaban tenían que ver con tráfico de drogas a pequeña escala. La mayoría de los sospechosos vestía camisetas, entre ellos, una mujer, exhausta, que portaba un chándal.
Strauss-Kahn salió de la sala sin motivo aparente durante una hora, y a su regreso, escoltado por policías, se sentó en el mismo banco, antes de reunirse con sus abogados en un diminuto locutorio acristalado, bajo las farolas de la sala de audiencia que imitan el estilo art-déco.
William Taylor, su abogado de Washington, y Benjamin Brafman, abogado estrella de la abogacía neoyorquina, le hablaban al oído. Las cabezas entrecanas de los hombres casi se tocaban entre sí.
Luego de una momentánea suspensión de la sesión, los fotógrafos reingresaron a la sala, luchando por tomar la mejor foto del sospechoso francés. Dominique Strauss-Kahn fue entonces llamado a la barandilla del tribunal.
Se puso de pie, frente a la jueza Melissa Jackson y junto a su abogado. Los dos fiscales también se pusieron de pie, a su derecha, y sus palabras resonaron como golpes.
El fiscal Cyrus Vance evocó la narración 'muy precisa' de la presunta víctima, un vídeo en que se ve a Strauss-Kahn salir del hotel 'a toda velocidad' y los riesgos de que el detenido se fugue. Los fiscales se oponen a otorgar la libertad bajo fianza.
Brafman, por su parte, luchó por que se concediera la libertad 'al hombre más identificable del planeta' a cambio de una fianza de un millón de dólares.
El abogado insistió sobre el hecho de que su cliente llamó al servicio de seguridad del hotel para decir que había olvido su teléfono celular al salir de su habitación. Esto sería, según el jurista, la prueba de que Strauss-Kahn no estaba huyendo.
'Mi único temor es que se fugue', respondió la jueza. Los fiscales evocaron entonces el caso de Roman Polanski, un cineasta franco-polaco que se fugó de Estados Unidos cuando estaba acusado de violación. La jueza interrumpió estos argumentos, dudando de la validez de tal comparación.
En último recurso, para evitar la detención, la defensa de Strauss-Kahn propuso el uso de una pulsera electrónica. Pero esto no convenció a la jueza.
El sospechoso permanecerá bajo custodia, en espera del pronunciamiento de la Cámara de acusaciones, que deberá decidir de aquí al viernes si este caso amerita un proceso.
Strauss-Kahn salió de la sala por la parte posterior, sin sus abogados.
Bajo la lluvia, frente al edificio frío y monumental del Palacio de Justicia, Brafman dio una conferencia de prensa ante un centenar de periodistas: 'Evidentemente, estamos decepcionados de la decisión del tribunal', dijo. Pero el 'expediente es defendible', concluyó.
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