lunes, 15 de febrero de 2010

HAITÍ: EL DRAMA HUMANO...

Nacimiento. Nadege Tinelien sostiene a Edmica, la niña a la que dio a luz a las 4:00 de la madrugada del pasado 25 de enero, sin ningún tipo de asistencia médica. En un mes 31 niños han nacido en el campamento
Desconsuelo. Una niña observa la cámara del fotorreportero del LISTÍN DIARIO, justo frente a una carpa que funciona como escuela en el Club de Golf de Puerto Prínicpe, el lugar donde está ubicado el mayor campo para refugiados de la capital, con hasta 70,000 personas. El campamento ha sido dividido en cuatro áreas para su administración y lo dirige un comité compuesto mayormente por jóvenes.

HAITÍ: UN MES DESPUÉS
Javier Valdivia - 2/15/2010

DAMNIFICADOS. SEGÚN EL GOBIERNO HAITIANO, ENTRE UN MILLÓN Y 1.2 MILLONES DE PERSONAS RESULTARON AFECTADAS POR EL TERREMOTO DEL 12 DE ENERO Y VIVEN AHORA EN LOS REFUGIOS

Puerto Príncipe, Haití.- Jacques Rony. 22 años. Sobreviviente. Vivía en Delmas 65. Murió su hermano y perdió todo lo que tenía. Estudiaba en un instituto. Caricia Louivil. 71 años. Sobreviviente. Vivía en Musdseau. Se quedó sin casa pero su hija y sus nietas se salvaron. Roland Joseph. 30 años. Sobreviviente. Vivía en Delmas 32. Trabajaba como supervisor en el aeropuerto Toussaint Louverture. Pudo salvar a siete miembros de su familia. Yves Royal. Sobreviviente. 29 años. Se salvó con su esposa y su hija de seis años. Vivía en Jacmel, donde se ha quedado. Trabajaba en una estación de gasolina...

Entre poco más de un millón de damnificados, cuatro historias sintetizan la tragedia de Haití que perdió a más de doscientos mil de sus habitantes, y pone en evidencia el drama de los que escaparon de la muerte. En el Club de Golf de Petion Ville, en la parte alta de Puerto Príncipe, está una buena parte de ellos.

“Cada día llegan más personas”, dijo a LISTÍN DIARIO MoÔse Fleuris, el coordinador del mayor campo para refugiados instalado en la capital haitiana.

Es una ciudad dentro de otra destruida. El acceso es controlado por marines norteamericanos que patrullan las calles, más o menos bien dispuestas, y un comité es responsable de la organización del campamento.

Desde lo alto de una colina la vista multicolor de miles de carpas le da al lugar el aspecto de una inmensa feria, pero el rostro desesperanzado de muchos de los que están aquí no deja ninguna duda de que por más optimismo que haya, la situación es más que difícil.

Sólo en este campo para damnificados (uno entre el medio millar instalados en Puerto Príncipe y otras regiones afectadas) viven 70,000 personas que lo han perdido todo.

En total, según cifras del gobierno haitiano, hay también 400,000 que se fueron voluntariamente a otros lugares fuera de la capital y 200,000 personas que todavía esperan ayuda.

“Hemos dividido el campo en cuatro áreas para tener un mayor control en la distribución de la ayuda. El gobierno no ha venido todavía; sólo algunos policías”, explica Fleuris, de 34 años, agente de seguridad antes del terremoto, y también damnificado.

OrganizaciónJunto a Fleuris, un batallón de jóvenes voluntarios haitianos organizan el reparto de la ayuda a través de tarjetas de racionamiento, administran la distribución de agua y medicinas (han instalado postas médicas) y hasta se hacen cargo de la seguridad pública, sobre todo por las noches.

Cada día, desde temprano, la conducta habitual toma forma en las mujeres que lavan la ropa y en los hombres dedicados a sus oficios; el comercio funciona como Dios manda y hay quienes han instalado sus propios negocios como Jacques Rony, que repara celulares.
En la nueva villa del exclusivo Club de Golf hasta los niños aprenden bajo una carpa que hace las veces de escuela.

“La gente que vive aquí llegó poco después del terremoto, de Delmas, que es la parte más cercana, pero han llegado también de otros sitios. Ahora lo que nos preocupa es la llegada de las lluvias”, dice Fleuris.

Tiene razón. La semana pasada la tierra seca en Puerto Príncipe se mojó por primera vez en el año y eso preocupa también al gobierno porque miles de personas podrían resultar más afectadas de lo que ya están.

Mientras tanto, la propia vida se abre espacio en este campamento.
La pequeña Edmica nació el 25 de enero. Su madre, Nadege Tinelien, dio a luz a las 4:00 de la madrugada de aquel día, sin ninguna asistencia médica, y a su padre, Edmit Janvier, el hombre más feliz sobre la tierra, le importa más que la niña esté bien que la precariedad en la que viven.
Desde el 12 de enero hasta el 12 de febrero, 31 niños han nacido en el campamento. Al lado de la tragedia, el milagro de la perpetuación de la especie.

LA CAPITAL NO SE MUDA DE LUGAR
Aunque el presidente René Préval anunció que existía la posibilidad de mudar la capital a otra ciudad, el primer ministro Jean Max Bellerive confirmó a LISTÍN DIARIO que eso no sucederá, y que por el contrario, las autoridades aprovecharán la situación para crear los cimientos de un nuevo Puerto Príncipe.Según el funcionario, la evaluación hecho por un equipo de técnicos indica que no hay una razón de peso para dejar la ciudad, aunque sí para planificar mejor la reconstrucción de la capital que a lo largo de su historia ha soportado desastres similares.“Yo mismo ordené derrumbar sesenta casas que estaban siendo reconstruidas pese a que no estaban en condiciones para hacerlo”, dijo Bellerive. “Ahora no hay que convencer a la gente de muchas cosas”.El gobierno asegura que el 75 por ciento de Puerto Príncipe quedó destruida por el terremoto y que a la fecha faltan por remover todavía 60 millones de toneladas de escombros.Fuera de los refugios, miles de haitianos trabajan en esa labor contratados por la Organización de las Naciones Unidas a través de un programa ideado para reactivar la economía: “Dinero por Trabajo”.

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