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Siempre en las postrimerías del año viejo afloran sus penitas, sus añoranzas, los buenos deseos y los "firmes" propósitos.
El frescor de la temperatura, la música y sobre todo la esperanza, inducen al hombre a pensar un poco más de lo corriente; a evaluar sus propias vidas de la que nunca, si somos sinceros están conformes.
A parte de toda consideración, el año
que está a punto de acabar y el joven a punto de comenzar ofrecen una coyuntura siempre meditable y acogedora.
No es por malo, pero muchas veces los avatares y contratiempos de la vida tienden a aislar a las personas, a enquistarlas sólo en sus propios problemas, en sus "cositas", mientras en su alrededor se debaten prácticamente en estertores de agonía cientos de miles de seres como nosotros, sensibles como nosotros.
La dura batalla que a diario enfrentan los seres humanos los endurece. Los contratiempos y desengaños que como ciclónicas ràfagas los atormentan, los vuelven esquivos, a veces indiferentes y lo que podrìa ser peor, siempre dudosos de la sinceridad de los demàs.
Con todo esto no cabe duda que hay gente que sufre. Que hay gente que sufre màs que otros. Què a esa gente que sufre màs que otros le debemos un "chin" de calor humano.
Nuestras propias realizaciones no seràn jamàs efectivas sin las realizaciones de los demàs. Esto debemos forzosamente verlo asì, si es que no respondemos a un criterio atomista de la vida del hombre, de su incidencia en la historia, y en el proceso de su ascenciòn y desarrollo.
Nosotros, han dicho otros, somos como el platano, que alcanza su madurez y plenitud en racimo. No aislado.
Serà siempre imposible que logremos la plenitud de nuestras propias vidas, de nuestra realizaciòn, independiente de los demàs, completamente solos.
El año que toca a su fin, asì como el que dentro de horas comenzará al instante, son como quien dice la piedra màgica de hondas reflexiones para todos. Y de risas, casi siempre ficticias; y de llantos, siempre, siempre sinceros por aquello de que son en silencio.
La idea y su concomitante deseo, la felicidad, les estrujan como nunca el corazòn.
Entonces, como nunca, ahora la gente se felicita, se desea la felicidad. La que nunca ha sabido tener...La que nunca ha podido poseer...Como nunca, ahora, son tan oportunas estas meditaciones del escritor francès Andrè Gide cuando en 1895 escribìa en su "Diario Intimo" estas palabras...-"Las tres cuartas partes de la vida estàn dedicadas a preparar la FELICIDAD pero no se crea que por eso el ùltimo cuarto estè dedicado al disfrute. Estamos demasiados habituados a esa clase de preparativos y, cuando han terminado los nuestros, nos dedicamos a los de los demàs, de modo que el MOMENTO PROPICIO SUELE SER DEJADO PARA DESPUES DE LA MUERTE. Tal es la razòn de que se tenga tanta necesidad de creer en una vida eterna"...
El pensar de Gide es particularmente realìstico y oportuno, somos unos pobres esclavos al servicio del ACONDICIONAMIENTO DE NUESTRA PROPIA FELICIDAD inutilmente por sus propia culpa.
No saben ser, o como definivamente ser felices, Le tenemos miedo a la felicidad que es tan simple y tan complicada.
El año 2011 toca definitivamente a su fin. Ojalà que èl muera en muchos tambièn el ser humano viejo y hagamos una vida nueva para una NUEVA Y PERDURABLE FELICIDAD, una felicidad que serà de brazòs con la sencillez de vida, con el silencio y la plena y satisfecha aceptaciòn de nuestra forma de ser.
El 2011 toca a sus postrimerìas, ojajà que con el se consuman las cosas que hacen tristes y desdichados a muchos seres humanos. ¡OJALA!....
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