El economista francés Jacques Attali (i) y el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás (d), en rueda de prensa luego de entregar el informe al presidente Fernández el pasado día 22.
SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- De haber estado al tanto de los contenidos del informe “República Dominicana 2010-2020”, elaborado por una comisión dirigida por Jacques Attali, un reputado economista francés contratado por su gobierno, posiblemente el presidente Leonel Fernández no hubiera cometido el desliz de afirmar que la exigencia del 4 por ciento del producto interno bruto para educación es “un falso debate”.
El informe de Attali había sido puesto en sus manos apenas unas horas antes de que, de manera inopinada, pidiera intervenir en el acto de celebración de un nuevo aniversario de la Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN), en el cual no había sido anunciado como orador.
Autoasumido teórico en las más diversas materias, el presidente Leonel Fernández , azuzado por algunos comentarios de dirigentes industriales, pretendió también dictar cátedra sobre las prioridades del sistema educativo dominicano. Sus afirmaciones en esa malhadada ocasión han sido respondidas por un abanico amplio de organizaciones que no se limitan a ONG contestatarias. Este miércoles, el cupular Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) puso los puntos sobre las íes del problema educativo.
¿Pero que dice sobre la educación el informe de la comisión de expertos capitaneados por Attali, y contratado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo para apuntalar la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030? Veamos:
En la página 29, en el punto 4.3, el informe comienza afirmando que si bien la República Dominicana es uno de los Estados latinoamericanos más eficientes en relación con la tasa de escolarización, es de los menos eficaces cuando se lo evalúa por sus resultados globales.
Tras detenerse en datos manejados por distintas organizaciones nacionales e internacionales, el experto francés pone el dedo en la llaga de la calidad de la educación, y lo hace aportando un dato particularmente gráfico: en la actualidad, y según la UNESCO, los niveles en matemáticas y en lectura de los estudiantes dominicanos son similares a los de Cuba en 1997.
El porqué de estos bajos rendimientos son explicados por Attali basándose en tres factores fundamentales, el primero de ellos el bajo gasto del Estado en educación, de la cual “se ha casi desvinculado”, por la sencilla razón de que más de las dos terceras partes de los gastos en educación son realizados por las familias a través de los pagos de inscripción y matrícula.
“El gasto del Estado en la educación –dice el informe—es muy reducido en comparación con los presupuestos dedicados a este concepto en los otros países de la región: 2 por ciento aproximadamente en la República Dominicana, frente a más del 4 por ciento en promedio de la región”.
Las consecuencias del exiguo gasto son obvias. La primera de ellas es la insuficiencia de la infraestructura, que obliga a los profesores a impartir docencia por turnos lo que, a su vez, diluye la autoridad docente y provoca que los alumnos apenas reciban dos o tres horas diarias de docencia.
“En fin, el bajo presupuesto limita igualmente el material pedagógico disponible (mapas, manuales, útiles para la realización de proyectos…) y los suministros (tableros, pizarrones, lápices…) y para garantizar todas las rotaciones convenientes”, se dice en el informe.
Una segunda consecuencia del miserable gasto en la educación es el bajo nivel de los profesores, imposibilitados de asegurar una enseñanza de calidad. Docentes desmotivados por los bajos salarios (“el salario de un profesor no le permite vivir a una familia”) tienen además el handicap de una precaria formación académica.
Una tercera consecuencia es la falta de autonomía de los centros educativos, que no permite a los directores realizar pequeñas obras o adquirir materiales de manera independiente.
Las propuestas del informe respecto a la educación son contundentes y numerosas. La primera de todas, y no por azar, es la elevación del gasto del Estado hasta ese 4 por ciento que los expertos consideran el mínimo indispensable para garantizar una educación de calidad.
El informe le pone el cascabel al gato en su propuesta número 29: “Elevar el presupuesto de la educación al 4 por ciento del PIB para la primaria y la secundaria, y el 1 por ciento para la superior”.
La educación no es solo un problema de dinero pero…
Margarita Cordero
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