Rafael Herrera
Civiles y militares salieron a las calles a reclamar el retorno del profesor Juan Bosch al poder y pidiendo que se respete la Constitución
Mientras los rumores sacudían al país, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, con Manolo Tavárez Justo a la cabeza, apuraba la organización de lo que haría tan pronto se consumara el cuartelazo militar.
Al celebrar la efemérides de la invasión del 14 de Junio de ese año, Manolo había advertido que su organización sabía en donde estaban “las hermosas montañas de Quisqueya”, en alusión obvia a su decisión de iniciar una guerra de guerrilla de resistencia al golpe en cuya acción perdió la vida pocos días antes de la Navidad de 1963.
En un esfuerzo que resultó vano por desinflar la atmósfera cargada que angustiaba al país, don Rafael Herrera, director del Listín Diario con menos de dos meses en circulación, advertía sobre las consecuencias de una asonada militar que cercenaría las libertades públicas apenas dos años después de liquidada la tiranía trujillista.
El golpe ruge
El estremecimiento, sin embargo, abarcaba a todos los sectores sociales. Estaba casi todo el personal en el Listín en donde llegaban los rumores hasta que, ¡rián¡ “Bosch está preso”, dijo una angustiosa voz a través del teléfono.
“Llamen a Landolfi a Palacio”, exclamó Jaime Lockward, el jefe de redacción, pero nuestro reportero en la Casa de Gobierno no estaba allí pese a la conmoción que hervía por toda la ciudad.
Creo que entonces se optó por enviar a Federico Henríquez Gratereaux (entonces administrador del Listín) o a Luis Ovidio Sigarán, quien se quedó en lo adelante como reportero en Palacio hasta después de yo salir del Listín en febrero de 1967.
Lo curioso es que el país tomó un imaginario crayón rojo y fue cercenando el futuro de todo aquel que se involucró o aceptó el Golpe de Estado. Ellos no serían jamás líderes políticos con el respeto de la nación. Así, mientras aparecían gráficas de televisión o de diarios informando la entrada a palacio de líderes que apoyaban el golpe, el país los iba tachando: Viriato Fiallo fue el primero. Le siguieron Juan Isidro Jiménes Grullón, Mario Read Vittini, el general Ramírez, quien había vivido años en el exilio reclamando “democracia” en su país, pero cuando la vio aquí parece que se asustó.
Siguió en la lista Donald Reid Cabral quien había participado en la conspiración para matar a Trujillo el 30 de Mayo y que luego sería triunviro, no sobrevivió políticamente ni siquiera aliándose con su opositor consumado el doctor Balaguer en años posteriores.
El editorial sobre el Golpe lo escribió Federico Henríquez Gratereaux, hasta donde recuerdo.
Don Rafael se indignó y se fue a su casa para no volver, pero simultáneamente comenzó a fraguarse una reacción a favor de don Rafael, incluyendo a Felipe Vicini (creo que accionista de la empresa), a quien Virgilio y yo encontramos en la habitación de don Rafael cuando fuimos a expresar nuestro respaldo al director.
O VUELVE O NO HAY LISTÍN
Pero una vez regresó don Rafael la voz del periódico se elevó; tronó y advirtió de los males que traería al país ese hecho falaz. La voz del Listín se convirtió entonces en la voz de la nación y el país lo asumió como su vocero legítimo.
Se comenzó a aceptar al Listín y compenetrarse con sus posiciones. La circulación creció constantemente ya que la conmoción social de la guerrilla en donde murió una casta especial del 14 de Junio con Manolo Tavárez Justo a la cabeza y el proceso de reacción popular que provocó exilios, presos y muertos. La oficina de don Rafael se convirtió para entonces en un confesionario por donde pasaban todos aquellos que le revelaban sus secretos y que él guardaba con celo sacerdotal. El 1964 bien debería llamarse el año de Unachosin (Unión Nacional de Choferes Sindicalizados), de orientación perredeísta y que se convirtió en el portaestandarte de la lucha contra el Triunvirato, y su peor dolor de cabeza.
Bosch y el Listín emergieron victoriosos de esa intensa lucha social que produjo los acontecimientos de Abril. Pero esa es otra historia y la contaré mas adelante.
UNA POSICIÓN QUE REPERCUTIÓ DENTRO Y FUERA
Silvio Herasme Peña - 9/25/2009
UNA POSICIÓN FIRME. DON RAFAEL HERRERA DEFINIÓ "ATERRADOR” EL CUARTELAZO DE 1963
Santo Domingo.- El profesor Juan Bosch, en su condición de presidente constitucional de la República, había hecho una visita oficial a México en donde fue recibido con todos los honores por el presidente de turno doctor Adolfo López Mateo.
UNA POSICIÓN FIRME. DON RAFAEL HERRERA DEFINIÓ "ATERRADOR” EL CUARTELAZO DE 1963
Santo Domingo.- El profesor Juan Bosch, en su condición de presidente constitucional de la República, había hecho una visita oficial a México en donde fue recibido con todos los honores por el presidente de turno doctor Adolfo López Mateo.
Luego Bosch revelaría que en ese viaje, el general Atila Luna insistía en que el gobierno comprara aviones ingleses por seis millones de dólares y que él se habría rehusado. “Mejor me corto el brazo antes que firmar una compra de aviones de guerra para un país con tanta pobreza”, diría Bosch posteriormente. El rechazo de Bosch a esa compra, que le garantizaba al jefe de la Fuerza Aérea una comisión generosa, agudizó la conspiración que se venía alimentando en cuarteles y púlpitos.
Inmerso en esa vorágine el país celebró el Día de Las Mercedes, consciente de que el régimen de libertades públicas inaugurado el 27 de Febrero del mismo año parecía vivir sus últimos alientos.
(Hay versiones bien sustentadas de que el coronel Rafael Fernández, a nombre de un grupo de oficiales, propuso a Bosch una acción militar para revertir la acción del golpe, pero que él se habría negado a esa reacción para evitar un ‘baño de sangre’).
(Hay versiones bien sustentadas de que el coronel Rafael Fernández, a nombre de un grupo de oficiales, propuso a Bosch una acción militar para revertir la acción del golpe, pero que él se habría negado a esa reacción para evitar un ‘baño de sangre’).
Mientras los rumores sacudían al país, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, con Manolo Tavárez Justo a la cabeza, apuraba la organización de lo que haría tan pronto se consumara el cuartelazo militar.
Al celebrar la efemérides de la invasión del 14 de Junio de ese año, Manolo había advertido que su organización sabía en donde estaban “las hermosas montañas de Quisqueya”, en alusión obvia a su decisión de iniciar una guerra de guerrilla de resistencia al golpe en cuya acción perdió la vida pocos días antes de la Navidad de 1963.
En un esfuerzo que resultó vano por desinflar la atmósfera cargada que angustiaba al país, don Rafael Herrera, director del Listín Diario con menos de dos meses en circulación, advertía sobre las consecuencias de una asonada militar que cercenaría las libertades públicas apenas dos años después de liquidada la tiranía trujillista.
Guardando los pequeños detalles, el Golpe de Estado de 1963 está configurado casi al carbón con la asonada que se produjo recientemente en Honduras contra el presidente Zelaya: oligarquía contra un gobierno liberal, iglesia y Fuerzas Armadas, amén de un gobierno liberal demócrata en Washington (Kennedy, en 1963 y Obama ahora).
El golpe ruge
Finalmente el 25 de septiembre en la noche, trascienden preocupantes rumores sobre la casa de Gobierno; el público detectó los aprestos militares y empezaron a llamar a los periódicos y a las pocas emisoras de radio que existían entonces. No hubo mención de la crisis política en la televisión (Radio Televisión Dominicana y Rahintel) que eran los canales de la época.
El estremecimiento, sin embargo, abarcaba a todos los sectores sociales. Estaba casi todo el personal en el Listín en donde llegaban los rumores hasta que, ¡rián¡ “Bosch está preso”, dijo una angustiosa voz a través del teléfono.
“Llamen a Landolfi a Palacio”, exclamó Jaime Lockward, el jefe de redacción, pero nuestro reportero en la Casa de Gobierno no estaba allí pese a la conmoción que hervía por toda la ciudad.
Creo que entonces se optó por enviar a Federico Henríquez Gratereaux (entonces administrador del Listín) o a Luis Ovidio Sigarán, quien se quedó en lo adelante como reportero en Palacio hasta después de yo salir del Listín en febrero de 1967.
Con el paso de las horas las informaciones se fueron aclarando hasta que se oficializó el cuartelazo con el famoso comunicado de las Fuerzas Armadas y las ‘fuerzas vivas’ de la nación: El Golpe de Estado había sido consumado “para salvar al país del comunismo”.
Lo curioso es que el país tomó un imaginario crayón rojo y fue cercenando el futuro de todo aquel que se involucró o aceptó el Golpe de Estado. Ellos no serían jamás líderes políticos con el respeto de la nación. Así, mientras aparecían gráficas de televisión o de diarios informando la entrada a palacio de líderes que apoyaban el golpe, el país los iba tachando: Viriato Fiallo fue el primero. Le siguieron Juan Isidro Jiménes Grullón, Mario Read Vittini, el general Ramírez, quien había vivido años en el exilio reclamando “democracia” en su país, pero cuando la vio aquí parece que se asustó.
Siguió en la lista Donald Reid Cabral quien había participado en la conspiración para matar a Trujillo el 30 de Mayo y que luego sería triunviro, no sobrevivió políticamente ni siquiera aliándose con su opositor consumado el doctor Balaguer en años posteriores.
Don Rafael parecía que visualizaba lo que venía y advirtió en términos muy graves a los líderes políticos de la época así como a jefes militares y al personal de las embajadas más influyentes de entonces. Lo escuchaban, lo leían pero fruncían el seño en rechazo de la voz que clamaba angustiada que evitaran el colapso de la sociedad.
En la mañana del golpe de Estado la redacción amaneció dividida entre los pro-golpistas y los antigolpistas. Virgilio Alcántara, Luis Reyes Acosta y quien esto escribe, aparecimos de repente como conscientes antigolpistas. Otros compañeros ñque prefiero no mencionar porque algunos han muertoñ opinaban de manera favorable a la asonada militar. Las discusiones fueron intensas y apasionadas.
Don Rafael en circunstancias como la del Golpe Militar parecía sufrir intensamente. Se tomaba las gafas y las mordía; se desarreglaba el cabello y se lo volvía a arreglar... era un nerviosismo contagioso, iba a escribir y quería elaborar letra a letra lo que iba a escribir. Nunca lo había visto tan angustiado, pero tampoco habló nada con nadie.
Finalmente el editorial se produjo, se compuso, se corrigió y se pegó. Qué decía ese editorial, no lo sé, porque cuando lo escribió ya yo había salido del diario esa noche convulsa y me fui a recluir a casa de la Julio Verne 14, a una cuadra del Palacio Nacional. Pero al otro día todo comenzó a saberse porque el editorial de don Rafael nunca se imprimió debido a que alguien, con mucho poder en el Listín, nada menos que el presidente de la empresa, don Baby Ricart, lo arrebató de la “emplanación”.
El editorial sobre el Golpe lo escribió Federico Henríquez Gratereaux, hasta donde recuerdo.
Don Rafael se indignó y se fue a su casa para no volver, pero simultáneamente comenzó a fraguarse una reacción a favor de don Rafael, incluyendo a Felipe Vicini (creo que accionista de la empresa), a quien Virgilio y yo encontramos en la habitación de don Rafael cuando fuimos a expresar nuestro respaldo al director.
O VUELVE O NO HAY LISTÍN
“O usted vuelve o no hay Listín”, fue mi emplazamiento rotundo a don Rafael; Virgilio me apoyó y Herrera dijo que se dedicaría a escribir una especie de “Hoja” que haría circular sustentando sus posiciones contra el Golpe de Estado. El editorial objetado nunca lo vimos, pero qué podía decir don Rafael, nada menos que reiterar lo que ya había advertido; que ese cuartelazo era un acción terrible para la institucionalidad del país, que traería ñcomo trajoñ grandes episodios de división en la familia dominicana y que la ambición demostrada por los golpistas lo destruiría a ellos mismos. No sé si lo decía de esa manera, pero sería un emplazamiento lógico teniendo en cuenta los criterios de don Rafael. Nada más, nada menos.
Sobre todo si usted evalúa lo que dijo en los editoriales posteriores al incidente con don Baby, sobre el fatídico Golpe una vez resuelto el impasse gracias al apoyo irrestricto que le ofreció Tuturo Pellerano a don Rafael. Un apoyo hasta donde recuerdoñ sin dubitación y hasta el último de sus días. La circulación del Listín, previo al golpe oscilaba entre seis y ocho mil ejemplares.
Era la época que Rafael Bonilla Aybar (Bonillita) lo tildaba de ser “La Nación de lujo”, porque mantenía una línea de respeto a la institucionalidad mientras él recorría el país siendo el vocero principal de los llamados “mítines de reafirmación cristiana”, de inspiración golpista. El primer editorial del Listín sobre el Golpe, escrito por Federico Henríquez, fue frío, formal, guabinoso y sin definición sobre el hecho.
Pero una vez regresó don Rafael la voz del periódico se elevó; tronó y advirtió de los males que traería al país ese hecho falaz. La voz del Listín se convirtió entonces en la voz de la nación y el país lo asumió como su vocero legítimo.
Se comenzó a aceptar al Listín y compenetrarse con sus posiciones. La circulación creció constantemente ya que la conmoción social de la guerrilla en donde murió una casta especial del 14 de Junio con Manolo Tavárez Justo a la cabeza y el proceso de reacción popular que provocó exilios, presos y muertos. La oficina de don Rafael se convirtió para entonces en un confesionario por donde pasaban todos aquellos que le revelaban sus secretos y que él guardaba con celo sacerdotal. El 1964 bien debería llamarse el año de Unachosin (Unión Nacional de Choferes Sindicalizados), de orientación perredeísta y que se convirtió en el portaestandarte de la lucha contra el Triunvirato, y su peor dolor de cabeza.
El vaticinio de Bosch de que en el país “un golpe de Estado duraría menos que una cucaracha en un gallinero”, se acercaba y así fue en términos históricos, pues en menos de dos años el Triunvirato y todo el liderazgo político y militar que promovió el cuartelazo del ’63 fue arrasado inmisericordemente por las masas en el 1965.
Bosch y el Listín emergieron victoriosos de esa intensa lucha social que produjo los acontecimientos de Abril. Pero esa es otra historia y la contaré mas adelante.
UNA POSICIÓN QUE REPERCUTIÓ DENTRO Y FUERA
El siguiente es el editorial de don Rafael Herrera publicado con su nombre en el Listín el día 26 de septiembre, al otro día del golpe de Estado al gobierno constitucional del profesor Juan Bosch a los siete meses de inaugurar su mandato.
Estas líneas de don Rafael reflejan la angustiosa situación que vivía el país como resultado de esa acción cívico-militar.
Estas líneas de don Rafael reflejan la angustiosa situación que vivía el país como resultado de esa acción cívico-militar.
“Los hombres que hoy tienen en sus manos las riendas del poder de la República Dominicana han contraído una responsabilidad aterradora.
Pocos se hubiesen atrevido a contraerla.
Estos hombres han cometido un acto claramente ilegal.
Han irrumpido violentamente en el orden jurídico dominicano.
Han desmoronado la Constitución, base y principio de ese orden jurídico.
Y en su lugar han establecido otro, valiéndose de la fuerza.
Eso es dicho, pura y llanamente, lo que ha sucedido. Negarlo sería pueril. Hay casos, sin embargo en que puede justificarse esa irrupción violenta con el derecho. Los hombres que hoy tienen en sus manos las riendas del poder en este país lo saben.
Y porque lo saben se justifican en el manifiesto que dirigieron el pueblo, inmediatamente después de contraer su aterradora responsabilidad.
Hay un viejo dicho, en casi todas las lenguas civilizadas que puede aplicarse a esta situación.
En la nuestra lo expresamos así: “Lo que está hecho, hecho esta”.
Es el “fait acompli” de los franceses.
El hecho consumado. Nosotros tenemos la fórmula con la cual pudiera justificarse el hecho consumado. Es muy sencilla.
Consiste simplemente en que los hombres que han subvertido el orden jurídico dominicano cumplan lo que prometen.
Consiste en que lleven a práctica las promesas que han hecho en el manifiesto que dirigieron al pueblo. La historia solo podría justificarlos si convierten realmente al estado dominicano en un estado de justicia y equidad.
Si respetan los derechos humanos, civiles y políticos entre ellos los de libre expresión de pensamiento, reunión y asociación.
Si conservan y aumentan las conquistas que han logrado en los últimos tiempos las clases trabajadora.
Si protege a los industriales, los banqueros y los comerciantes.
Si trabajan incansablemente por elevar el nivel de vida de nuestro empobrecido pueblo.
Si luchan con inteligencia contra el comunismo, presentándole la batalla de la mejor manera que puede presentársele: luchando día y noche contra la miseria, las enfermedades, el hambre, pues solo donde hay enfermedades, hambre y miseria progresa el comunismo.
Si preparan el camino para que el pueblo dominicano pueda expresar de nuevo su voluntad en las urnas.
Y se muestra generoso –jamás punitivo ¡jamás!– con los vencidos.
Solo así podrá justificarlos la historia.
Así solo podrá justificarlos el pueblo”.
Pocos se hubiesen atrevido a contraerla.
Estos hombres han cometido un acto claramente ilegal.
Han irrumpido violentamente en el orden jurídico dominicano.
Han desmoronado la Constitución, base y principio de ese orden jurídico.
Y en su lugar han establecido otro, valiéndose de la fuerza.
Eso es dicho, pura y llanamente, lo que ha sucedido. Negarlo sería pueril. Hay casos, sin embargo en que puede justificarse esa irrupción violenta con el derecho. Los hombres que hoy tienen en sus manos las riendas del poder en este país lo saben.
Y porque lo saben se justifican en el manifiesto que dirigieron el pueblo, inmediatamente después de contraer su aterradora responsabilidad.
Hay un viejo dicho, en casi todas las lenguas civilizadas que puede aplicarse a esta situación.
En la nuestra lo expresamos así: “Lo que está hecho, hecho esta”.
Es el “fait acompli” de los franceses.
El hecho consumado. Nosotros tenemos la fórmula con la cual pudiera justificarse el hecho consumado. Es muy sencilla.
Consiste simplemente en que los hombres que han subvertido el orden jurídico dominicano cumplan lo que prometen.
Consiste en que lleven a práctica las promesas que han hecho en el manifiesto que dirigieron al pueblo. La historia solo podría justificarlos si convierten realmente al estado dominicano en un estado de justicia y equidad.
Si respetan los derechos humanos, civiles y políticos entre ellos los de libre expresión de pensamiento, reunión y asociación.
Si conservan y aumentan las conquistas que han logrado en los últimos tiempos las clases trabajadora.
Si protege a los industriales, los banqueros y los comerciantes.
Si trabajan incansablemente por elevar el nivel de vida de nuestro empobrecido pueblo.
Si luchan con inteligencia contra el comunismo, presentándole la batalla de la mejor manera que puede presentársele: luchando día y noche contra la miseria, las enfermedades, el hambre, pues solo donde hay enfermedades, hambre y miseria progresa el comunismo.
Si preparan el camino para que el pueblo dominicano pueda expresar de nuevo su voluntad en las urnas.
Y se muestra generoso –jamás punitivo ¡jamás!– con los vencidos.
Solo así podrá justificarlos la historia.
Así solo podrá justificarlos el pueblo”.
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