Añoranza. Dulce Tejada era muy amiga de Minerva Mirabal en el colegio Inmaculada Concepción, de La Vega, y cuando estuvieron en La 40 opacaban los malos ratos recordando esos buenos tiempos.
Familiar. Dulce Tejada y su esposo Luis Antonio Álvarez Pereyra (Niño Álvarez) con la hija que ambos procrearon en una época en que descuidaron la atención de los hijos para luchar contra Trujillo.
CRECIÓ EN UNA FAMILIA RADICALMENTE OPOSITORA A LA DICTADURA Y SE CASÓ CON UN ANTITRUJILLISTA QUE FUE TORTURADO EN SUS GENITALES SEVERAMENTE
Santo Domingo
Dulce Tejada Gómez, una de las siete heroínas que la dictadura trujillista llevó a la cárcel de La 40, no quiere recordar ese momento en que ella “no valía nada para la autoridad” y estaba viendo cómo se iba por la borda todo el esfuerzo que había hecho para que los jóvenes tuvieran “derecho a la vida”.
En su casa se fabricaban las bombas con las que se pretendían paralizar las entradas de los pueblos e impedir que los militares fueran casa por casa, habitación por habitación, a media noche, a levantar de sus camas a los muchachos que no aceptaban la dictadura, para entregarlos al “régimen”.
Su padre Antonio Tejada Guzmán, abierto opositor al gobierno dictatorial, le enseñó a ser fuerte desde niña llevándola al cementerio por las noches junto a sus seis hermanos para que perdieran el miedo. Así crecieron dispuestos a darlo todo por una Patria mejor, excepto una de las hembras que temía quedarse totalmente huérfana, ya que había muerto su madre Altagracia Gómez. Tampoco quería que le mataran a sus hermanos
“Los días que pasé en la cárcel junto a las demás mujeres, aunque sólo fueron 15, eran interminables”.”
Dulce Tejada, compañera de las hermanas Mirabal en cárcel La 40 Olor a pólvora
Ya casada y con dos hijos, la ingeniera Dulce Tejada no podía dormir en su habitación porque el olor a pólvora era muy fuerte y estaba llena de bombas. Su esposo Luis Antonio Álvarez Pereyra (Niño Álvarez) y su hermanita Argelia Tejada, de 15 años, las elaboraban. En su mesa de ingeniería se colocaban los materiales y ella misma las empacaba.
Arriesgándose a que la mataran cuando la llevaron a la cárcel, por ser miembro de una familia que quería lanzar explosivos en contra de Trujillo, esta heroína supo defender su honor de mujer ante el guardia que la conducía hacia el cuarto de los interrogatorios. Con una mirada y un gesto de desprecio, impidió que el militar se le acercara y tocara sus partes femeninas y muy íntimas, como era su intención.
“Estoy bloqueada”, dijo cuando le preguntamos qué pasó cuando la llevaron a la cárcel. Se sentía el nudo en su garganta a través de la línea telefónica, pues como reside en Orlando, Florida, está enferma y no había posibilidad, en lo inmediato, de que viniera al país, conversamos con la dama por teléfono.
Pero ella está consciente del compromiso que tiene con la sociedad dominicana de contar lo que pasó con su vida y la de su familia. Los momentos más difíciles de su vida se los debe a la pretensión de cambiar un régimen dictatorial por uno en que la juventud pudiera crecer libre, y sus padres dormir tranquilos sin el temor de perder a sus hijos.
Un nudo en la garganta
“Nada, el primero que me recibió fue … ¡Ay, es tan desagradable!.
Él intentó ser ‘freco’, no sé, parece que tenía permiso de hacer conmigo lo que quisiera, pero yo siempre me he dado a respetar. La cuestión es que intentó sí (no le salen las palabras) y le puse un freno con la mirada y con un gesto de que ¡mucho cuidado si se atrevía!”.
“No recuerdo su nombre ni lo quiero recordar; se quería aprovechar de mí y tocarme por todas partes, pero no lo dejé. Me di cuenta de que no era un guardia de mucha signifi cación. Era uno de esos muchachos vagabundos, que no tenía educación y quería aprovecharse de mí”. Siguiendo su relato, el guardia -al ver frustradas sus pretensiones- la llevó ante el escribiente para que le tomara sus datos. La estrategia de Dulce ante este agente de Trujillo, que también la miraba con deseos de “comérsela”, fue contarle lo mal que se había portado el anterior y hacerle creer que ella confi aba en este otro.
El militar no tuvo otro remedio que tratarla con decencia y la heroica mujer pasó esta otra prueba, hasta llegar al cuarto de los interrogatorios con Candito Torres, Luis José León Estévez (Pechito) y otros cuyos nombres no quiere recordar.
Igual que a la mayoría de los jóvenes “rebeldes” de esa época, ella fue hecha presa a mediados de enero de 1960, con la diferencia de que no la sorprendieron en su casa, sino que se entregó porque sabía que la estaban buscando y hacía una semana que habían apresado a su esposo.
Dulce Tejada Gómez, quien residía en el pueblo de San Francisco de Macorís y tenía dos niños que aún usaban pañales, dejó sus pupilos en la casa de los familiares de su esposo, porque los de ella estaban todos involucrados, y se trasladó a Santo Domingo a la casa de su cuñado Tabaré Álvarez Pereyra, para que en calidad de amigo de Trujillo la entregara. Con esta estrategia quería demostrarle al gobernante que “hasta en sus gentes más cercanas había disgusto”.
“Yo no fui golpeada, no, pero sí atemorizada. Cuando llegué a La 40 lo primero que hicieron fue presentarme a una mujer desnuda, que resultó ser una espía y hasta familia mía, de apellido Tejada.\
La pusieron junto con todas las presas políticas y después la soltaron porque no pudo sacarnos nada. Asela Morel fue la que se dio cuenta de inmediato de que ella era de Trujillo”.
“Otra de las torturas psicológicas era que uno no tenía derecho de ir al baño y siempre estaban ahí, mirándonos. Nosotras nos poníamos como si fuéramos pantallas, cuando una tenía necesidad”.
Dulce Tejada, quien compartió celda con Minerva y María Teresa Mirabal, igual que con Asela Morel, Tomasina Cabral, Miriam Morales y Fe Ortega, recuerda con tristeza que a María Teresa le “jalaban” la trenza con frecuencia y que ella, con la misma expresión de una muchachita a la que estaban molestando les decía: “Ay, déjenme tranquila”.
¿Quién es Trujillo?
Esta heroína, orgullo de San Francisco de Macorís, cuenta también que a todas las mujeres las sacaban de las celdas a la media noche para interrogarlas y que ella optó por esquivar las preguntas temiendo involucrar a alguien.
“Cuando me preguntaron por qué estaba en contra de Trujillo le contesté: ¿Quién es Trujillo? y Johnny Abbes me dijo, ¿Cómo que usted no sabe quién es Trujillo si en su casa se fabrican las bombas y su esposo es el que las hace? Y yo le conté a ese matón: mire a ver si su esposa sabe lo que usted le hace a toda esta gente que está aquí más muerta que viva”. El recuerdo grato de Dulce es que ni ella ni ninguna de las mujeres que estuvieron encarceladas revelaron nombres de personas envueltas en la oleada patriótica, como tampoco su esposo, a pesar de que sabía que lo habían dejado impotente con los primeros golpes que le propinaron en la pelvis, en los testículos y en todos los alrededores de sus genitales.
“Aquello fue terrible. Yo supe cómo habían torturado a los hombres porque estando en una ocasión en la Fortaleza Ozama, adonde nos llevaron para unos interrogatorios, los vi desnudos a través de una ventana que tenía dos rejillas medio caídas. Yo estaba como a la altura de sus caderas y los identifi qué a todos por el color de la piel. A mi esposo, que tenía la piel rojiza, lo reconocí de inmediato y fue la primera vez que lo miré directamente en sus genitales, y ya no quiero recordar el dolor que sentí…” .
LAS TRAMPAS DE LA DICTADURA TRUJILLISTA
Dulce Tejada considera que el caliezaje que instituyó Rafael Trujillo impidió que los ideales patrióticos de la juventud opuesta lograran su propósito inmediato.
La mujeres no fueron más en la lucha antitrujillista porque la mayoría temía que le mataran a sus maridos.
Manolo Tavárez Justo físicamente se parecía a Fidel Castro y eso influyó para que a todos los que luchábamos contra el tirano nos dijeran comunistas.
Sólo habían como cinco personas que eran comunistas y dos o tres que pensaban en formar un partido o obtener cargo político; el resto no lo era realmente. La gran mayoría se arriesgaba por una vida más justa.
Cuando Fidel Castro entró a la Habana ya los opositores a Trujillo tenían seis meses avanzando y buscando armas con amigos en Puerto Rico.
MEDIACIÓN
TABARÉ ÁLVAREZ PEREYRA LA ENTREGÓ AL SIM
Tabaré Álvarez Pereyra sirvió a Dulce Tejada de intermediario para entregarse al Servicio de Inteligencia Militar (SIM) cuando la estaba buscando.
Entre principios de junio y el 19 de noviembre de 1961, jugó un papel digno junto a su esposa Josefina Gautier de Álvarez, al albergar en casa del sector La Julia, detrás del colegio Santo Domingo, a Luis Amiama Tió, uno de los hombres, junto a Antonio Imbert Barreras, más buscados por su participación en el ajusticiamiento de Trujillo.
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