Rui Ferreira (A bordo del 'USS Carl Vinson')
Actualizado domingo 17/01/2010 10:51 horas
En la madrugada del domingo, una joven madre haitiana dio a luz un varón dentro de la cabina de un helicóptero de la Guardia Costera de Estados Unidos, que la transportaba de emergencia hacia un hospital de Cape Haitien, al norte del país.
La joven forma parte de un grupo de siete haitianos gravemente heridos, que fueron rescatados por un buque de la Guardia Costera norteamericana, que los encontró abandonados en la costa.
Según el piloto del aparato, teniente Tim Williams, el helicóptero fue llamado a recoger en alta mar al grupo de haitianos, cuando se produjo el alumbramiento.
"Cuando llegamos al escampavías de la Guardia Costera, el grupo estaba acostado o sentado en la rampa de aterrizaje. Los subimos de inmediato y los acostamos, y despegamos", dijo Williams a El Mundo, a bordo del portaviones Carl Vinson, acompañado del copiloto, Dewey Lawson.
Pero a los treinta segundos del despegue, con el helicóptero en plena ascensión, "se escuchó un grito inmenso en la cabina. La mujer dio a luz. Apenas me di cuenta que estaba naciendo un niño en mi helicóptero", recordó Williams.
La joven madre fue atendida de inmediato por uno de los dos salvavidas a bordo que logró tranquilizarla y estabilizar la situación.
Sin embargo, a los pocos minutos los pilotos tuvieron que enfrentar una situación mucho más seria, cuando se dieron cuenta que les venía encima una enorme tempestad con mucha lluvia y truenos.
"La tempestad apareció de repente y, realmente, no tuve muchas alternativas. El hospital se encontraba entre dos montañas y con los vientos era un riesgo muy serio", explicó el piloto.
Fue cuando decidió pedir ayuda al portaviones Carl Vinson, que lo acogió 10 minutos después. Los siete pacientes y el nuevo haitiano, fueron acogidos por los 52 médicos a bordo del portaviones.
Los portavoces de la marina rehusaron comentar sobre la situación del grupo ni quisieron identificar a ninguno de ellos.
Evacuación
Por otro lado, el sábado por la tarde, un helicóptero de la Marina participó en la evacuación hacia Estados Unidos de cuatro haitianos naturalizados estadounidenses, tres de los cuales seriamente heridos, en una operación que fue presenciada por El Mundo.
Por otro lado, el sábado por la tarde, un helicóptero de la Marina participó en la evacuación hacia Estados Unidos de cuatro haitianos naturalizados estadounidenses, tres de los cuales seriamente heridos, en una operación que fue presenciada por El Mundo.
El aparato se encontraba de patrulla sobre la ciudad y sus campos adyacentes, identificando espacios donde crear nuevas zonas de aterrizaje con ayuda de emergencia, cuando recibió una orden de emergencia para dirigirse hacia la sede de las Naciones Unidas en Puerto Príncipe.
A los pocos momentos de aterrizar en un terreno frente al edificio, salieron de él dos camionetas. La primera con un cadáver tapado con una sábana blanca, y la segunda con dos mujeres, un anciano y una niña. Tres de ellos, incluyendo la niña estaban heridos y fueron evacuados hacia el aeropuerto de Puerto Príncipe, donde los subieron a un avión rumbo a Miami.
El vuelo hacia el aeropuerto duró unos diez minutos, pero para los heridos fue un pequeño infierno. Sin protección contra el ruido infernal y con miedo a caerse al vacío, posiblemente porque las dos puertas laterales del aparato estaban abiertas, la ansiedad y el dolor se les reflejaba en el rostro. La niña lloró asustada todo el tiempo.
La desgracia vista del aire
Aunque la pobreza siempre ha sido una constante en Haití, el terremoto del lunes pasado agravó aún más la situación.
Visto del aire, el colapso de los edificios de Puerto Príncipe, proyecta la imagen de una ciudad que se ha hundido, sin posibilidad alguna de recuperación.
Las personas están durmiendo al aire libre, sobre mantas de todo tipo de colores y diseños, que todas juntas vistas del aire, le dan el único color que se destaca en una ciudad que se ha vuelto gris.
A unos 500 metros de altitud, Puerto Príncipe huele a quemado. El aire se vuelve mas denso, a punto de distorsionar el foco de los lentos fotográficos.
Del aire, se puede certificar con toda claridad que los haitianos han perdido su catedral, que el Palacio Presidencial está más allá de toda recuperación y que, en algunas partes bajas de la ciudad, los haitianos están totalmente desprotegidos si el Mar Caribe se desborda, porque partes enteras del modesto Malecón han desaparecido.
Del aire, se puede certificar con toda claridad que los haitianos han perdido su catedral, que el Palacio Presidencial está más allá de toda recuperación y que, en algunas partes bajas de la ciudad, los haitianos están totalmente desprotegidos si el Mar Caribe se desborda, porque partes enteras del modesto Malecón han desaparecido.
También se descubre que los desplazados se han refugiado donde pueden. Las dos penínsulas de la ciudad solían comunicarse con un ferry. Hoy ese ferry está atracado al puerto y en él sobreviven hacinados centenares de haitianos.
Cuando el Blackhawk vuelve a sobrevolar el ferry los miles de refugiados allí le dicen adiós a los tripulantes, el piloto James Nasson no se pudo contener: "¿Hasta cuando esta gente lo va aguantar?".
Cuando el Blackhawk vuelve a sobrevolar el ferry los miles de refugiados allí le dicen adiós a los tripulantes, el piloto James Nasson no se pudo contener: "¿Hasta cuando esta gente lo va aguantar?".
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